Con toda la viscosidad de un rockstar
Con toda la viscosidad de un rockstar
Con toda la viscosidad de un rockstar
A inicios de los ’70, el vocalista de Pink Floyd Syd Barrett sucumbió ante el exceso de drogas. Podía tocar una sola nota durante todo el concierto. En Los Ángeles desafinó lentamente su guitarra en pleno escenario, lo que, según Mason, “era un poco extraño, incluso para nosotros”. En otro conocido episodio:
El resto de la banda había partido al escenario dejando a Barrett solo en el camarín frenéticamente tratando de arreglar su despeinada mata de pelo. Como último recurso, y más a través de la desesperación que de otra cosa, arrojó sus coloridas pastillas de mandrax [un sedante] en un frasco de Brylcreem [una crema para el cabello] y derramó todo el desastre en su cabeza. Agarrando su guitarra, marchó resueltamente al escenario.
Debajo de las luces calientes la coagulada masa viscosa comenzó a derretirse y a escurrir sobre la frente de Syd, y un par de docenas de aterrorizados fans en la primera fila gritaban al unísono a medida que su cara lucía para todo el mundo como si se estuviera desintegrando al frente de sus propios ojos.
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Fuentes
Mike Watkinson. "Crazy Diamond – Syd Barrett and the Dawn of Pink Floyd". Ed. Omnibus Press, 2009. ISBN: 9780857121226. Pág. 103 https://books.google.cl/books?id=2xhDak5fgh4C&pg=PT103