“Oiga, ¿Y me va a creer que después no paraba de hablar?”

“Oiga, ¿Y me va a creer que después no paraba de hablar?”

“Oiga, ¿Y me va a creer que después no paraba de hablar?”

En 1931, Lillian Fisher, quien sufría de parálisis, fue inyectada por error con sangre de un loro mascota. El médico de familia telefoneó a un hospital cercano para pedir consejo y, debido a la mala calidad del audio, oyó parrot’s blood (sangre de loro) en lugar de parents’ blood (sangre de los padres).

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Fuentes

"Phone Connection Blamed In Parrot's Blood Serum". San Bernardino Sun, Volumen 67, Número 149, 27 de enero de 1931 https://cdnc.ucr.edu/cgi-bin/cdnc?a=d&d=SBS19310127.1.1&srpos=2&e=-------en--20--1--txt-txIN-%22parrot%27s+blood%22-------1

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