Hay un orden natural para las cosas

Hay un orden natural para las cosas

Hay un orden natural para las cosas

En la Florencia renacentista la homosexualidad masculina era tácitamente tolerada, aunque con una regla: el pasivo debía ser un jovencito, ojalá no más de 20 años, y por cierto menor que el activo. Invertir esos roles era considerado una perversión, desviada del orden natural.

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Fuentes

Rice, E. F. Michael Rocke. "Forbidden Friendships: Homosexuality and Male Culture in Renaissance Florence". Ed: Oxford University Press, 1996. ISBN: 01-95069-75-7. Renaissance Quarterly, 52(1), 232-234. https://www.jstor.org/stable/2902027

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