San Alberto Magno, uno de los solo 37 santos que han recibido el título de Doctor de la Iglesia en virtud de su erudición, recetaba el siguiente remedio para la impotencia: “Si se asa el pene de un lobo en un horno, se corta en trozos pequeños y se mastica una pequeña porción, el consumidor experimentará un deseo inmediato de tener relaciones sexuales”. Dado que los gorriones eran propensos a la cópula frenética, se deducía que “la carne de gorrión, al estar caliente y seca, enciende el deseo sexual y también induce estreñimiento”. La estrella de mar, decía, es un afrodisíaco de tal poder que puede provocar la eyaculación de sangre, lo que puede curarse enfriando plantas como la lechuga.

 

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Fuentes

Angus McLaren. “Impotence: A Cultural History”. Ed The University of Chicago Press. 2007, ISBN: 978-0-226-50076-8