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En 1944 Albert Schatz aisló la estreptomicina, uno de los antibióticos fundacionales. Aun cuando el mérito era de Schatz, el director del laboratorio, Selman A. Waksman, se embolsó el Nobel, los ingresos millonarios de la patente y el reconocimiento público. Waksman no mencionó a Schatz en su discurso de aceptación en Estocolmo, ni en su autobiografía, y procuraba mantenerlo fuera de reuniones y conferencias. Schatz demandó a su exjefe y ganó, pero con esa decisión se ganó el ostracismo de la academia. Cuando quiso publicar la historia del descubrimiento de la estreptomicina, el único medio que encontró dispuesto a brindarle un espacio fue el Pakistan Dental Review.

Medio siglo después de su hallazgo, la American Society for Microbiology decidió en parte reparar este desaire y le concedió a Schatz su más preciado galardón: el Premio Selman A. Waksman.

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Fuentes

Bill Bryson. "The Body: A Guide for Occupants". Ed. Knopf Doubleday Publishing Group, 2019. ISBN: 9780385539319. Pág. 331-333

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