Craso, el hombre más rico de la Roma de Julio César, había acumulado parte de su colosal fortuna comprando propiedades a bajos precios mientras se incendiaban. El modus operandi era el siguiente: si el afligido dueño del inmueble en llamas aceptaba sus draconianas condiciones, enviaba a su contingente de bomberos-esclavos. Si no había acuerdo, dejaba que todo fuera reducido a cenizas.

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Con la misma inclemencia, Craso mandó a crucificar a seis mil sediciosos de la revuelta liderada por el gladiador Espartaco, a lo largo de los 190 kilómetros de Vía Apia entre Roma y Capua.

Fuentes

Plutarco. "Vidas paralelas: Craso". Capítulo 2