“A mi no me mezclen con ese don nadie”
“A mi no me mezclen con ese don nadie”
“A mi no me mezclen con ese don nadie”
Cuando Franz Schubert envió “Die Erlkönig”, la mandaron de vuelta a un compositor de medio pelo del mismo nombre que vivía en Dresden. El tocayo de Schubert que la recibió respondió que no solo tal pieza no era suya, sino que se sorprendía que pudiesen “incluso por un momento imaginar que él podría ser culpable de escribir tan miserable asunto”.
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Fuentes
Jared Sparks, Edward Everett, James Russell Lowell, Henry Cabot Lodge. "The North American Review, Volumen 225". Ed. University of Northern Iowa, 1928. Pág. 368