En vez de revistas, las salas de espera tenían extintores
En vez de revistas, las salas de espera tenían extintores
En vez de revistas, las salas de espera tenían extintores
Para curar las encías dañadas, los incas se las quemaban con una raíz. Durante o dos o tres días, solo podían comer alimentos molidos, y luego afloraba una encía renovada. En palabras del contemporáneo Inca Garcilaso de la Vega:
“Asábanla al rescoldo y, cuando estaba asada, muy caliente, la partían a la larga con los dientes, y así hirviendo, ponían la una mitad en la una encía y la otra mitad en la otra, y allí la dejaban estar hasta que se enfriaba, y de esta manera andaban por todas las encías, con gran pena del paciente, porque se le asaba la boca. El mismo paciente se pone la raíz y hace todo el medicamento; hácenlo a prima noche; otro día amanecen las encías blancas como carne escaldada, y por dos o tres días no pueden comer cosa que se haya de mascar, sino manjares de cuchara. Al cabo de ellos se les cae la carne quemada de las encías y se descubre otra debajo, muy colorada y muy linda. De esta manera les vi muchas veces renovar sus encías, y yo sin necesidad lo probé a hacer, más por no poder sufrir el quemarme con el calor y fuego de las raíces, lo dejé”.
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Fuentes
Inca Garcilaso de la Vega. "Comentarios reales de los incas, Volumen 1". Ed. Universo, 1609. ISBN: 9780300121889. Pág. 125 https://books.google.cl/books?id=yEfrAAAAMAAJ&pg=PA125