La noche del sábado de Pascua de 1932, el farmacólogo Otto Loewi soñó sobre un experimento que le permitiría por fin demostrar que los impulsos nerviosos se transmitían en forma química, no eléctrica. Anotó el experimento en un papel, y volvió a dormir.

La mañana siguiente despertó excitado ante el prospecto de realizar el test. Para su horror, descubrió que no podía leer la letra con que había garabateado los recuerdos de su sueño. Incapaz de recordar el sueño, Loewi relató que fue el día más largo de su vida.

Esa misma noche volvió a soñar el mismo experimento. Esta vez, se levantó de inmediato y fue al laboratorio a ejecutarlo

Loewi ganó el Nobel de Medicina de 1936 por su descubrimiento.

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Fuentes

Otto Loewi (1921) "Über humorale Übertragbarkeit der Herznervenwirkung. I." Pflügers Archiv, 189, pp. 239–242 http://dx.doi.org/10.1007%2FBF01731235