Una sociedad aluminada
Una sociedad aluminada
Una sociedad aluminada
El aluminio solía ser tan caro que cuando Napoleón III invitó a cenar al rey de Siam (hoy Tailandia), él comía con cubiertos de oro, y sus oficiales con cubiertos de plata. Su invitado, en cambio, usaba utensilios de aluminio, para honrarlo con un elemento más caro incluso que el oro del emperador francés. Por el mismo motivo, el obelisco de Washington fue coronado con una pirámide de 2,83 kgs de aluminio, que fue expuesto al público antes de su instalación, en calidad de joya preciosa.
Hoy, electrólisis mediante, el aluminio es tan barato que lo botamos a la basura tras beber una gaseosa o comer un emparedado.
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Fuentes
Peter H. Diamandis, Steven Kotler. "Abundance: The Future Is Better Than You Think". Ed. Simon and Schuster, 2012. ISBN: 9781451614213. Pág. 4 http://books.google.com/books?id=lCifxlN8ZIoC&pg=PA4