La primera morsa de taxidermia, manufacturada en 1886 con un ejemplar cazado por James Henry Hubbard y hoy en el museo Horniman, es mucho más voluminosa que una morsa de verdad. El taxidermista nunca había visto una y la rellenó hasta más no poder para eliminar las arrugas, ignorando que eran parte de su condición natural.

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Fuentes

Ann C. Colley. "Wild Animal Skins in Victorian Britain: Zoos, Collections, Portraits, and Maps". Ed. Routledge, 2016. ISBN: 9781134766529. Pág. 169 https://books.google.cl/books?id=kvmNCwAAQBAJ&pg=PT169