Querer para creer
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En 1903, Prosper-René Blondlot, uno de los ocho físicos de la Academia de Ciencias de Francia, anunció el descubrimiento de un nuevo tipo de radiación. Los llamó Rayos N, por la Universidad de Nancy. Cerca de 120 científicos, la mayoría franceses, afirmaron en unos 300 artículos que detectaban Rayos N. Describían que la mayoría de los cuerpos los emanaban, incluyendo los humanos. Blondlot ganó el Prix Leconte de manos de la Academia de Ciencias de Francia, entre otros logros por este sensacional descubrimiento. Eran 50.000 francos, o cinco veces su salario anual.
El físico estadounidense Robert W. Wood viajó al laboratorio de Blondlot en Francia. En una habitación oscura, Wood quitó subrepticiamente un prisma de aluminio que se creía que amplificaba los rayos. Los experimentadores aún afirmaban observarlos. Wood además reemplazó a escondidas un archivador metálico por madera, que se suponía que no emitía rayos N, pero seguían siendo “observados”.
Los rayos N eran un fenómeno subjetivo. Esos cerca de 300 artículos académicos registraban datos que coincidían con las expectativas de sus autores.
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Fuentes
1-
James Mahaffey. "Atomic Adventures". Ed. Simon and Schuster, 2017. ISBN: 9781681774800. Pág. 22 https://books.google.cl/books?id=wxokDwAAQBAJ&pg=PT22
2-
Lagemann, R. T. (1977). New light on old rays: N rays. American Journal of Physics, 45(3), 281-284. https://aapt.scitation.org/doi/abs/10.1119/1.10643