En los siglos XVII y XVIII los cristianos que planeaban suicidarse temían la condenación eterna que ese pecado ocasionaba. Para evitarlo, algunos mataban a un inocente, normalmente un niño, y se entregaban a las autoridades con el objetivo de ser ejecutados por el crimen. Para desincentivar esta práctica, algunos estados introdujeron castigos más horribles para los perpetradores, como empalamiento en lugar de decapitación. En Schleswig y Holstein tipificaron en 1767 trabajos forzados de por vida, marca a fuego, azote en público y desfile anual en cadenas y con un cartel explicativo del crimen. Prusia emitió un edicto en 1794 que estableció cadena perpetua con azotes regulares para los culpables.

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Fuentes

Stuart, K. (2008). Suicide by proxy: The unintended consequences of public executions in eighteenth-century Germany. Central European History, 41(3), 413-445. https://www.jstor.org/stable/20457368