“Es que nunca me han excitado los museos”

“Es que nunca me han excitado los museos”

“Es que nunca me han excitado los museos”

El espécimen revivido del Museo Británico, ilustrado por A. N. Waterhouse

En marzo de 1846, dos ejemplares de caracol del desierto (Eremina desertorum) fueron importados desde Egipto y entregados al British Museum. Los adhirieron con pegamento a un cartón y los expusieron al público. En marzo de 1850, cuatro años más tarde, uno de los caracoles empezó a moverse y a aceptar comida. En palabras de Grant Allen:

Las autoridades del museo ordenaron a nuestro amigo un baño caliente (¡quién dirá en adelante que la ciencia es insensible!), tras lo cual el agradecido caracol, despertando al contacto de la familiar humedad, sacó cautelosamente la cabeza de su caparazón y se acercó a la parte superior del cuenco y comenzó a realizar un estudio apurado de las instituciones británicas con sus cuatro tentáculos con ojos. 

El caracol vivió dos años más en un frasco de vidrio.

En 1904 se colocaron 40 caracoles en una caja de hojalata sin alimento ni agua. Ocho años después diez de ellos seguían vivos.

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Fuentes

1-Boss, Kenneth J. Oblomovism in the Mollusca. Transactions of the American Microscopical Society, Vol. 93, No. 4, (Oct., 1974), pp. 460-481 http://www.jstor.org/stable/3225152

2-Smith, E. A. Proceedings of the Malacological Society of London. Vol. 10, 1912–1913. Ed. Dulau & Co. pág. 49. https://books.google.com/books?id=tzsu-LrNK58C&q=%22Eremina%20desertorum%22